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SustentabilidadArtículo19 de marzo de 2021

Zurich Insurance Group (Zurich) está contribuyendo a restaurar parte de uno de los bosques más amenazados del mundo. Cada árbol que plantamos es un regalo para el planeta, lo que también nos ayuda a cumplir nuestra promesa de cero emisiones netas.

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Un dicho brasilero dice “el amor con amor se paga” (amor com amor se paga). En lo que respecta al cambio climático, todas las personas en el planeta se benefician con los árboles, que capturan el dióxido de carbono (CO2) que de otra manera contribuye con el calentamiento global. Y ¿cómo le pagamos a los árboles? A menudo con todo lo contrario al amor: los bosques que cubren casi un tercio de la superficie terrestre del planeta están desapareciendo, están siendo reemplazados con cultivos y plantaciones, y desarrollos urbanos. Sin embargo, reponer los árboles puede restaurar el planeta y a nosotros también. Esa es la idea detrás de un ambicioso proyecto de reforestación en Brasil, que apoya Zurich. Junto con el Instituto Terra, una organización sin fines de lucro, Zurich está posibilitando la plantación de 1 millón de árboles nativos en más de 700 hectáreas de tierra en el estado brasilero de Minas Gerais. Nos está permitiendo pagarle, con un poco de amor, a los árboles que nos hacen tanto bien a todos.

El proyecto del ‘Bosque de Zurich’ en Brasil llevará ocho años. Es parte de un ambicioso plan iniciado por dos personas decididas a reforestar una pequeña porción de lo que solía ser uno de los únicos lugres con más bosques en la Tierra. El poderoso Bosque Atlántico, o Mata Atlântica, que tenía una extensión de más de 3000 kilómetros (1900 millas)[i] de norte a sur. Cuando los europeos llegaron hace alrededor de 500 años, los árboles del bosque brasilero se encontraron entre los primeros en enfrentarse a la destrucción. Eran muy preciados para producir tintura roja.[ii] Otra parte del bosque desapareció y se transformó en plantaciones de café y caña de azúcar, y se plantaron otros cultivos como la soja. El ganado pastaba en pastizales creados a partir de la destrucción por tala y quema. El que alguna vez fue gran bosque se convirtió en un fantasma. Por algunas estimaciones, hoy queda menos del 10 por ciento del Bosque Atlántico original.[iii]

El reconocido fotógrafo brasilero Sebastião Salgado y su esposa, Lélia, que estudió para ser arquitecta, al principio no planeaban reforestar un bosque. Fotógrafo profesional, con un título en economía, Sebastião tomó una cámara de fotos casi por accidente. Después de que la joven pareja se mudara de Brasil a París a fines de los 60, fue Lélia la que compró su primera cámara. Pero Sebastião fue el que se sintió más atraído por esta. El execonomista empezó a tomar fotos y venderlas a los diarios. A través de su lente, tal vez uno puede imaginar el mundo como lo podría ver un economista apasionado. En general, en blanco y negro, sus fotos presentan paisajes y personas como sistemas completos. Se las ha descripto como de escala ‘bíblica’. Hasta podrían considerarse precursoras del proyecto del bosque, que en realidad se trata de “ecosistemas” de acuerdo con Sebastião Salgado.

Su sueño de un bosque renovado surgió de una sensación de pérdida luego de que la pareja heredara la granja de los padres de Sebastião Salgado en Brasil. “Mi padre tenía una gran granja. Crecí en un paraíso” dijo en un encuentro junto a líderes de Zurich en 2019, donde se presentó. Pero cuando él y Lélia volvieron al lugar en los 90, las colinas que rodeaban la hacienda Bulcão estaban secas, ya no se parecían a un paraíso. Un experto en tierra diagnosticó que el terreno de la granja, que principalmente se encuentra en el valle del Río Doce estaba “muerto”. Pero Sebastião, el fotoperiodista, había regresado descompuesto por lo que había visto en los campos de muerte de Ruanda y los Balcanes. Necesitaba la renovación. Lélia sugirió que, al reforestar el bosque, Salgado podía sanarse. Entonces, empezó la carrera de Sebastião, el fanático del bosque.

El proyecto era desalentador. Para lograr su visión y gestionar los enormes desafíos, la pareja fundó el Instituto Terra en 1998. Parte de la clave está en la financiación. Sebastião hasta subastó una cámara de edición especial que había recibo de una empresa de cámaras para recolectar dinero para plantar árboles. El proyecto ha crecido en el tiempo gracias al apoyo de la comunidad, y las fuentes de donaciones públicas y privadas. Como fotógrafo, Salgado dice: “cuando trabajas con rostros, los rostros no sonríen todo el tiempo.” Parado en un escenario frente a las autoridades de Zurich, mientras muestra otra foto del manto verde que ahora cubre las colinas antes estériles de la vieja granja. En este punto, muchos de los líderes en el público sonrieron. Y algunos aplaudieron.

Carsten Schildknecht, CEO Zurich Alemania, fue uno de los ejecutivos de Zurich en el público ese día. “Me emocioné mucho y me sentí súper convencido,” recuerda. Schildknecht quedó tan impresionado que decidió en ese momento que Zurich Alemania, con alrededor de 4500 empleados, sería líder en la cooperación con el Instituto Terra. “El mundo se encuentra en un viaje de aprendizajes. Pero si lo abordamos con optimismo, si creemos que hasta las pequeñas acciones pueden hacer una diferencia, entonces paso a paso, estaremos creando este futuro mejor juntos” dice.

Hasta ahora, el Instituto Terra ha plantado 2,5 millones de árboles. El proyecto del ‘Bosque de Zurich’ agregará otro millón. La mayor parte de la tierra ahora está designada como una de las Reservas de Tesoro Nacional Privado de Brasil, y también están volviendo los animales nativos. El área es el hogar de 172 especies de aves diferentes, de las cuales seis están en peligro de extinción, y 33 mamíferos, con siete en riesgo de extinción. Esto incluye jaguares que estuvieron en peligro de muerte debido a la destrucción de su hábitat.[i]

En el ‘Bosque de Zurich’ de Brasil, se plantará un árbol por cada uno de los aproximadamente 55.000 empleados de Zurich, con el restante disponible para los clientes que pueden elegir plantar árboles cuando compran seguros. Así, los bosques pueden ser historias de tristeza y pérdida, pero también, si vuelven a crecer, de redención y esperanza. Salgado sabe lo difícil que es plantar árboles. “Es como criar un hijo”. Los primeros árboles son los “pioneros” que permiten la segunda generación y si todo va bien, un tercer grupo de árboles. Esa generación incluirá a los que forman parte del proyecto del ‘Bosque de Zurich’. Si todo va bien, los árboles que Zurich está ayudando a plantar ahora podrían durar 500 o hasta 1000 años. El ciclo de vida de un árbol es largo. Para ver las cosas en tiempos de árboles, los humanos también necesitan pensar a largo plazo, esto incluye cuando se trata del futuro del planeta. Para eso, podríamos considerar otro proverbio brasilero: “Para aquellos que saben esperar una oportunidad, todo llega a su propio tiempo y voluntad” (a quem sabe esperar ensejo, tudo vem a seu tempo e desejo). En este caso, la larga espera está llegando a su fin. Los árboles están volviendo.

 

[i] Jaguares amenazados:

https://www.independent.co.uk/climate-change/news/world-wildlife-day-jaguar-latin-america-b1809708.html

 

[i] Longitud del Bosque Atlántico antes de la destrucción, 3000 km:

http://www.annefontainefoundation.org/about-the-mata-atlantica/

[ii] Historia de los bosques brasileros, bosques y tintura roja:

https://library.brown.edu/create/fivecenturiesofchange/chapters/chapter-1/brazilwood/

[iii] 10 por ciento del bosque sobrevive:

https://en.unesco.org/biosphere/lac/mata-atlantica

Reducción del tamaño del Bosque Atlántico e historia:

https://newgenerationplantations.exposure.co/rainforest-restoration-in-brazils-atlantic-forest